Diario Crónica – Junio 2018
Basadas en la confianza, la división de roles y la organización, las empresas familiares buscan alternativas para superar la tercera generación, aunque el primer objetivo es lograr acuerdos para permanecer hoy y no hundir el sueño de quienes las fundaron.
En la actualidad se preocupan por realizar acuerdos estratégicos para superar la crisis e integrar a las nuevas generaciones.
(Por Elena Yrrazabal) Las empresas familiares son tesoros que nacieron gracias a la idea o a la necesidad laboral de un antepasado, bisabuelo, abuelo, padre o tío y luego comenzaron a formar parte de la vida cotidiana de las generaciones venideras que pasaron largas horas de discusiones sobre los pasos a seguir para prosperar económicamente. En la actualidad estas empresas son el motor de la economía, mundialmente aportan el 50 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB) de los países. Además, el 80 por ciento de los estudiantes terminan trabajando en una empresa familiar; es decir cuatro de cada cinco estudiantes. Muchos especialistas del ámbito laboral afirman que una empresa familiar se convierte en una gran opción de empleo donde el clima laboral es muy bueno.
Sin embargo, viven diversas problemáticas a lo largo de su historia, como el traspaso de generación en generación, la incorporación de los hijos y nietos, crisis económicas y cuestiones afectivas, es por ello que las estadísticas afirman que solo entre el 10 y el 15por ciento de las empresas familiares llegan a la tercera generación. “El gran desafío de las empresas familiares es reunir las tradiciones con el desarrollo histórico, las innovaciones y el saber académico” afirma el Dr. Leonardo J. Glikin, abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires en 1977, quien hoy se desempeña como Consultor en Planificación Patrimonial y Sucesoria de empresas familiares.
Desde su perspectiva los principales desafíos en una empresa familiar ocurren cuando tienen que dialogar padres, abuelos e hijos, dado que cuando los hijos egresan de la universidad con una formación, además tienen una convicción de que saben hacer las cosas. “Hasta que se dan la nariz contra la puerta” dice el abogado entre risas y aclara “los padres tienen que tener la paciencia necesaria para poder aceptar e incorporar a la empresa el saber de los jóvenes, sin perder de vista la experiencia, que es una parte primordial de una empresa familiar” asegura.
En Comodoro Rivadavia existen muchas empresas familiares, una de ellas es el cotillón La Calesita que hoy comprende una escuela de repostería y servicio de catering. Fue Silvia Luiz, quien comenzó con el negocio del cotillón en la década del `70. Estaba cansada del almacén que tenía donde vendía verduras y en busca de otro rubro, encontró el cotillón. “La verdad, La Calesita empezó porque era uno de los rubros más económicos en ese momento, mamá encontró una opción de cotillón que no existía en Comodoro y podía armarlo con poca plata”, cuenta Mariela Mendes Nunes, una de las hijas de la fundadora, que hoy está al mando de la escuela.
Una tarea difícil, aprender a delegar:
De izquierda a derecha . La familia empresaria de La Calesita: Ricardo Castro, Roberto Castro, Andrea Mendes Nunes, Silvia Luiz, Mariela Mendes Nunes y Gabriel Mendes Nunes.
Cuando decidieron poner en marcha el cotillón hacía poco tiempo que habían adquirido una propiedad en la calle Sarmiento Nº 1541, allí inició el negocio. “Mi papá no estaba de acuerdo, porque para él era un rubro de mujeres y para mis abuelos paternos también, pero lo convencieron y así nace La Calesita. Durante diez años fue solamente cotillón y cuando mi mamá ve lo que está buscando la gente, se le ocurre poner una academia para enseñarle a la gente cómo utilizar las cosas que vendía de repostería, entonces nace la academia. Hoy, la academia tiene 25 años”, relata Mariela junto a Andrea en las instalaciones de la academia La Calesita. Los primeros años del Cotillón tenían dos locales, uno en calle Sarmiento en la Loma y otro en la calle Belgrano, en el centro de la ciudad. “El del centro lo atendía papá, aunque no estaba muy convencido. Después falleció y mi mamá no podía con las dos sucursales entonces cerró la del centro” expresa Andrea Mendes Nunes, la segunda hija de la fundadora, que hoy lleva adelante el cotillón.
Ambas hermanas aseguran que siempre, todo -el cotillón y la academia- fue manejado por su mamá hasta que ellos terminaron la escuela. “Somos cinco hermanos y mi mamá pudo con todo”, cuentan las dos muy emocionadas.
Al terminar la secundaria Silvia, la fundadora, había probado con una panadería porque ya no tenía ganas de continuar con el cotillón, entonces Andrea comenzó a trabajarlo. Cuando Gabriel, el tercer hijo de Silvia, se recibió de Chef en 2002 decide inaugurar el servicio de catering y en el año 2005 Mariela se hace cargo completamente de la academia, que para ese entonces estaba cerrada. “Y ahí ensamblamos entre los tres, Andrea la parte de cotillón, Gabriel el catering y yo con la capacitación en la academia. Entonces ahí los tres quedamos con sus roles definidos: uno con cotillón, uno con catering y otro con la escuela; cada uno dentro del rol que eligió seguir por gusto personal” afirma Mariela.
La división de actividades bajo el nombre La Calesita muestra la dinámica de trabajo de la familia, que también incorpora a la fundadora, quien hasta el día de hoy forma parte de las decisiones que toman los hermanos. “Ella es la reina madre” dicen las hermanas entre risas. “Trabajar en familia significa ponernos de acuerdo con mi madre.Nosotros queremos un gorrito y a ella no le parece que sea ‘ese’ gorrito u opina sobre cómo se dan las clases. Ella opina de todo y sigue siendo la columna vertebral de todo. Si bien los tres con 40 años tomamos nuestras decisiones, la columna vertebral es la reina madre, el tema no es qué no hacemos, sino qué hacemos, pero siempre consultándole y peleando en el medio” expone Mariela con una gran sonrisa.
Tanto Mariela como Andrea aseguran que tener una empresa familiar significa ponerse de acuerdo en un proyecto nuevo. “Pero lo bueno de una empresa familiar es la confianza que podés tener porque somos hermanos, es mamá, si quiere esto o no, es más fácil que empleado-jefe, todos del mismo carro, con sus peleas pero van todos para el mismo lado” afirma Mariela.
El trabajo en equipo y la división de tareas en La Calesita responde a lo que plantean el Dr. Glikin y Jorge Omar Hambra, presidente del Club Argentino de Negocios de Familia, quienes afirman que una de las formas de que el negocio familiar perdure es la división de tareas y la posibilidad de delegar tareas a otros, una vez que se convierte en una empresa y deja las tarea de labor, dado que la mayoría de las empresas familiares nacen como un comercio chico y luego comienzan a crecer.
Además en esta empresa local es posible observar cómo la segunda generación se incorporó llevando adelante su propio proyecto. “El último en sumarse fue Roberto Castro, el cuarto hijo de mamá que es diseñador gráfico y realiza el cotillón personalizado del negocio y las carpetas de estudio de la academia” -relata Andrea y agrega- “el único que no se sumo fue Ricardo, el más chico, él se dedica al petróleo, sin embargo su esposa colabora con el negocio”.
Esta es otra posibilidad de integrar a las nuevas generaciones que propone el Dr. Glikin, donde no siempre son los hijos, los que se suman, sino sus parejas y comienzan a formar parte no solo de la familia sino también de la empresa. “La Calesita es todo, pero está dividido tres y cada uno maneja sus números, cada uno tiene su negocio, pero cuando hay que hacer algo en común nos juntamos. Por ejemplo no compartimos económicamente el catering, pero yo le hago la torta a la fiesta que hace Gabi y Andrea incorpora el cotillón.
Armamos un combo y trabajamos juntos, si bien cada uno tiene su rama marcada, cada uno trabaja en sus cosas. En cualquier otra empresa lo que se hace es la tercerización en el caso de la torta o la mesa dulce; en nuestro caso no, armamos el combo y ya podemos vender al cliente el combo completo” resalta Mariela. Mientras Andrea afirma “Aunque mamá fue la que armó todo, económicamente todos vivimos de lo mismo, es un negocio para todos”.
El valor fundamental: la confianza
El valor fundamental de una empresa familiar reside en la confianza y es así como lo expresan Andrea y Mariela, al igual que el Dr. Glikin, quien asegura que “pertenecer a la empresa es vivido como un honor, pero en algunos casos como un como un mandato, por eso cuando una persona se va, decide no trabajar allí, los miembros de la familia empresaria lo observan como una traición. Suele suceder que algunos de los hijos o nietos no quieran trabajar en la empresa familiar porque prefieren llevar adelante sus propios proyectos o sus gustos no están relacionados con el ámbito de la empresa”.
Además de la participación de los integrantes de la familia, las empresas de este tipo buscan no generar situaciones demasiado complicadas, porque todo se basa en la confianza y todo depende del hacer y de la práctica de los familiares, es por ello que muchas empresas familiares no tienen contador para la rendición de cuentas, porque se basan en la confianza, tampoco llevan adelante modelos demasiado estrictos. “Si total puedo estar basado en un contexto en que cada cual hace lo que puede y cada cual responde a lo que hace. Esto es sustentable en una primera generación y muchas veces, en una segunda generación, ya cuando llegamos a una tercera generación esto se rompe” plantea el Dr. Glikin. Por eso asegura que una de las mejores herramientas para reconocer a las siguientes generaciones es el diálogo y los pactos entre generaciones. “Esta es la posibilidad de que los mayores acepten y den la bienvenida a los más jóvenes y que el joven esté dispuesto a aprender de la práctica y de la tradición familiar” enfatiza.
Observar las necesidades y proyectar: Altamira
De izquierda a derecha . El directorio familiar de Altamira: Horacio Freile, Federico Terech, Solange Freile y Mauricio Freile.
Otra de las empresas locales, es Altamira una clínica médica ubicada en la Avenida Alsina 266. Un proyecto llevado a cabo por Solange Freile (Contadora Pública), Dr. Horacio Freile (Oftalmólogo), Dr. Mauricio Freile (Oftalmólogo) y Federico Terech (Ingeniero), que surge como familiar porque la idea era muy grande para llevarla a cabo individualmente.
“Se da porque veníamos escuchando, en las charlas de los asados familiares, sobre las necesidades en los espacios de trabajo de algunos de mis hermanos, que serían los consultorios, que si tenían el quirófano, si contaba con carga el tubo de oxígeno porque el lunes operaban y entonces los domingos los ayudábamos a resolver estas cuestiones” resume la contadora, estas situaciones se dieron por mucho tiempo y poco a poco fueron anotándolas en sus memorias, lo que generó la posibilidad de pensar en Altamira.
Siempre acompañados por su madre, los hermanos Freile llevaron adelante la idea. La construcción duró ocho años, en algunos momentos la obra estuvo detenida y fueron los momentos más complicados, no por lo económico, sino por las ansiedades. “Nos costó un montón de años llevar adelante este proyecto y poder abrir las puertas. En toda la etapa de construcción decíamos ‘Bueno juntémonos a comer pero nadie pregunte cuando inauguramos’. Era un tema espinoso”, recuerda Solange. En aquellos años se reunían a definir puntos relacionados con el proyecto, pero separaban los temas familiares. Una vez que superaron la etapa de construcción e inauguraron, cuatro años atrás, esta situación se suprimió. Al igual que la familia Mendes Nunes de La Calesita, Solange afirma que “al ser familiar es como que esto no tiene un fin, no tiene un límite. Entonces eso también fue un aprendizaje, ponemos pautas. Se desdibuja el momento de cuando estoy en el trabajo y cuando me reúno a tomar mates, hay épocas y decís juntémonos y otras que no”.
Al igual que otras empresas a nivel nacional como Café Cabrales, que nació el 10 de noviembre de 1941, de la mano de Don Antonio Cabrales Vega, un asturiano trabajador y visionario, que fundó el local de venta de café llamado La Planta de Café, luego de haber adquirido experiencia durante su juventud, trabajando como dependiente en la planta Al grano de Café. Don Antonio decidió dedicarse a tostar café, envasarlo y venderlo primero a bares y confiterías, luego a hoteles y almacenes y finalmente a supermercados y grandes comercios en todo el territorio argentino. Hubo un momento en que dejó de ser un vendedor de café para convertirse en un empresario y delegar roles a sus hijos y nietos. Por ello, Freile afirma que hay un momento límite en las empresas familiares donde se definen los roles, los temas de los que cada uno se hará cargo y los que se tratarán en conjunto. “Cuando llega esa etapa se hace más fácil avanzar, es como que cada uno llega y comienza a hacerse cargo de esa parte, no en la que está más preparado, sino en la que es más hábil”, comenta. Y es allí donde la impronta familiar empieza a materializarse, dado que es necesaria la incorporación de empleados, por eso Solange expone: “La empresa tiene una impronta desde la dirección hacia la gente, tiene un manejo familiar y la relación con la gente que trabaja es esa, cuando se suma una persona, se lo presentamos así. Nosotros le decimos ‘espíritu’, como si hubiera algo subyacente en esa empresa, en realidad en otros lugares lo describen como la misión y los objetivos, como los valores institucionales y demás, pero nosotros le ponemos la palabra espíritu y así en realidad lo presentamos ante la gente que trabaja”.
Para el Dr. Glikin es sumamente importante transferir los valores de la familia empresaria, no solo a las nuevas generaciones sino a los trabajadores para que el sentido de familia este en cada proceso laboral. “Básicamente es ser consciente de todo aquello que la empresa tiene como valor acumulado, aquello por lo cual es reconocida por la sociedad y no perderlo de vista, porque esa es la clave de la preservación de la empresa a lo largo del tiempo, seguramente tiene un competidor que no tiene estas tradiciones. La clave de una empresa familiar es poder detectar aquellos valores inconmovibles por los cuales aquella empresa va a seguir perdurando, es una de las herramientas fundamentales en la relación entre la empresa y la familia” indica.
A pesar de haber inaugurado hace cuatro años, Solange afirma que aún están en el startup de Altamira. “Todavía nos falta poner muchas cosas en marcha de las que habíamos pensado, el edificio se va completando de gente, de actividades, de médicos, tipos de cirugías, obras sociales, estamos en ese proceso” relata. La apertura de nuevas áreas del edificio implica el ingreso de personal, a quienes hay que transmitirle la impronta de la empresa. En un principio, afirma Solange, tenían mucha rotación, pero ya han encontrado personal estable, el cual cuida las instalaciones, genera propuestas y si algo no está funcionando informan, detectan algún inconveniente o que alguien que se sintió mal y están para resolverlo o buscan la solución. “Sienten a Altamira como propia” resume la contadora.
El objetivo: permanecer
Desde Altamira, Solange está pensando en cuál será el futuro de la empresa cuando los fundadores no estén y llegue la segunda o tercera generación al mando, al igual que le sucede a muchas empresas en la actualidad. Al consultarse sobre los tip´s para llevar adelante una empresa familiar asintió que los primero es el diálogo y en él es importante ver cuáles son las expectativas de cada uno y en base a esas expectativas ir hacia adelante. Lo segundo es la definición de roles, organizarse; lo tercero poder delegar las tareas con confianza; lo cuarto tiene que ver con el éxito a futuro, y desde la perspectiva de Solange uno de los más complejos “Poder tener las cosas establecidas y claras para cuando llegue el momento en que uno no esté, puede no estar por distintas razones, porque decidió irse, porque alguien se murió, porque esto sigue siendo familiar”, reafirma. En esta tarea de pensar cómo será, Solange se ha encontrado con que existen documentos en la actualidad e incluso seguros para dejar todo por escrito y no hacer fracasar a una empresa familiar. “Dejar en claro cómo seguir, porque es una de las partes más difíciles de las empresas familiares, tiene fundamental importancia en nuestra empresa, porque yo te estoy diciendo ‘tengo esta forma de trabajar’ y eso tiene un condimento de continuidad, quiero hacerlo para que la empresa no decaiga, para que continúe” expone.
En consonancia con Solange el Dr. Glikin comenta que muchas empresas deciden hacer un libro de la empresa familiar, para que los que están integrando esta empresa, puedan descubrir a la familia empresaria a través de fotografías, de anécdotas del pasado, esto aumenta las ganas de estar juntos y pertenecer.
Aunque asegura que lo más importante es realizar un pacto entre generaciones donde se comparta el valor y los más jóvenes puedan aprender la experiencia en una empresa. “Para muchos jóvenes que hoy habitan empresas familiares esta es su primera crisis, sin embargo para los más grandes, es una más porque han vivido muchas y ese conocimiento no lo entrega la universidad, por eso es necesario que aprendan de los antepasados y si no están que tengan donde consultar los caminos a seguir, un protocolo de continuidad” culmina el consultor, sin importar el tamaño de la empresa, sino su valor familiar.
El Dr. Leonardo Glikin es Abogado, consultor en Planificación Patrimonial y Sucesoria.
Introductor de la práctica de la Planificación Patrimonial y Sucesoria en la Argentina.
Introdujo, además, el concepto y la práctica del Exiting, programa para el retiro de la empresa.
El secreto: lograr el equilibrio entre bienestar y rentabilidad
Dirigir una empresa permite observar las oportunidades que surgen en el contexto, por ello el Dr. Glikin menciona que hay que estar atento al mundo, a los cambios a la modernidad y que que en muchos casos dirigir la empresa, no signifique no trabajar en ella, sino observar estas transformaciones y aprovechar las oportunidades. Pero además es necesario diferenciar lo que significa “ponerte en el lugar del interés de la empresa y ponerte en el lugar del interés de la familia, digamos que desde la familia lo mejor para sus integrantes es que te críen bien, que las relaciones sean armoniosas y que ellos tengan el mayor bienestar, pero desde la empresa lo que necesitamos es la rentabilidad porque esto permitirá que la empresa sea rentable a futuro. Entonces en esta división permanente que hay entre bienestar y rentabilidad, es desde donde se tienen que tomar las grandes decisiones” destaca el abogado.
En esas grandes decisiones también se pone en juego el bienestar de la familia, por ejemplo cuando la empresa quiere realizar una inversión, es necesario que se sacrifique algo y no puedan gozar de unas magníficas vacaciones el año próximo. La pregunta es ¿Dónde posicionarnos para tomar la decisión? “Bueno a veces hay que ponerse el sombrero de la empresa y a veces el sombrero de la familia. Ante esto, en los miembros de la familia empresaria hay diferentes posturas” ejemplifica el Dr. Glikin.
Cuando la familia se pone el sombrero de la empresa pueden nacer nuevos proyectos, y si esto se conjuga con el ingreso de las nuevas generaciones, como los millennials (las personas nacidas entre 1980 y 2000 que hoy forman parte del mercado laboral) el resultado puede ser estupendo. Dado que, según el abogado Glikin, gracias a las nuevas tecnologías las familias empresarias están incorporando a los jóvenes que pueden realizar sus propios proyectos dentro de las empresas, de esta manera se podrían transformar las estadísticas, en las cuales se afirma que las empresas familiares no llegan a la tercera generación. De esta forma la tecnología colabora en la integración de la familia y la empresa. “La tecnología podría activar a que la familia se mantenga a lo largo del tiempo y sus integrantes desarrollen otras actitudes en otros campos. Es decir que no necesariamente llega a la ruptura, sino que también se puede llegar a compatibilizar una cosa con la otra”.
Otro de los beneficios de la tecnología en la actualidad es el acceso a la información, que permite que las empresas familiares se acerquen a las consultoras para prevenir el conflicto. Dado que aproximadamente hace 40 años que se trabajan prácticas que tienen que ver con las empresas familiares que permiten prevenir conflictos y salir de las situaciones traumáticas de la mejor manera posible, tanto en las universidades y en distintas organizaciones del ámbito empresarial, pero recién en esta época las familias empresarias se contactan con las consultoras por cuestiones preventivas en el ordenamiento. El Dr. Glikin se desempeña en el área de consultoría desde el año 2003 y asegura que al principio llegaban familias que estaban en una situación terminal, de las cuales era muy difícil salir. “¿Esto por qué?, porque no había conciencia de tomar los temas a tiempo, cuando llegaban a una consulta, ya de por sí estaban desahuciados, la práctica actual consiste en que gracias a la tecnología, muchas personas tienen acceso a la información, lo que les permite ordenar, la familia y la empresa, esto ayuda a entender cuál es la manera de hacerlo y por lo tanto incorporar mejores prácticas, para poder preservar las buenas relaciones” manifiesta.